En las últimas décadas, Iberoamérica ha avanzado hacia la igualdad de género, si bien, este avance no ha sido homogéneo y en la actualidad siguen siendo muchos e importantes los retos pendientes. En el área económica estas desigualdades son particularmente evidentes y persistentes. De hecho, aunque en 2018, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de empleabilidad entre las mujeres en América Latina y Caribe pasó por primera vez la barrera del 50% (50,2%), esta se encuentra aún muy por debajo de la de los hombres que alcanza el 74,4%. Esta menor participación laboral se refuerza además con tasas de desempleo, subempleo y trabajo informal más altas que las de los hombres, salarios promedio menores y una carga desproporcionada del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en los hogares en comparación con ellos. Es más, datos del Foro económico Mundial señalaban en 2022 que la brecha de participación y oportunidad económica entre hombres y mujeres en la región aún ascendía a 35,5 puntos.